EPaper

¡Qatar!, y ¿después?

Mariana Camino Socia y CEO de ABECEB

Si estos años son extraordinarios, con disrupciones nunca previstas como la pandemia y la guerra, bien podría suceder que esta vez lo extraordinario nos juegue a favor y que, luego de 36 años y 8 mundiales, Argentina reedite aquel logro de México 86. Así, aquellos que trabajamos con escenarios de humor social y sus implicancias políticas (electorales), económicas y sociales, sumaríamos felices las implicancias de tan linda “disrupción” deportiva a nuestro análisis.

Esto que aparenta ser solo un comentario de color, es casi una apuesta para los decisores de nuestro país. La Argentina presenta un futuro cercano muy complejo, donde cada detalle cuenta, y el empujón colectivo emocional de lograr la Copa sin dudas está presente en los espacios de análisis político. Sobre todo, porque esa alegría compartida podría darse en diciembre, un mes históricamente complejo para las expectativas y los bolsillos de los hogares argentinos.

Argentina se ha vuelto cada día más imprevisible y en esta incredulidad, muchas veces pensamos que el tiempo que invertimos en construir escenarios 2023 es en vano porque en este país siempre se queman los papeles. Sin embargo, especialmente en este contexto es cuando debemos redoblar el esfuerzo y buscar la mejor lucidez prospectiva.

La probabilidad de una recesión en Estados Unidos y Europa, los riesgos geopolíticos en torno a la invasión rusa a Ucrania, el freno del crecimiento en China, son factores que oscurecen el horizonte de cara al año próximo.

Este escenario externo que enfrentamos es extraordinario, no podemos calibrar pensando en sucesos independientes, por el contrario, la confluencia simultánea y la proporción de los shocks nos ponen frente a lo que algunos denominan “policrisis”. Cómo se potencian y retroalimentan la relocalización de procesos, los ajustes en cadenas de suministro, la transición energética, la transformación digital, la seguridad alimentaria, los eventos climáticos extremos, por nombrar solo algunos, constituye una ecuación con un resultado incierto. Una tormenta perfecta.

En el plano local, la estrategia de “administración” (y no de solución) de los desequilibrios macroeconómicos se mantiene desafiada por márgenes de maniobra cada vez más acotados y los desafíos que se sumará el ciclo político en un año electoral.

Las autoridades intentarán conciliar las demandas de la política con el objetivo de cumplir con las metas del FMI (para mantener la economía alejada de un umbral de crisis que evapore sus chances electorales), y en ausencia de una estrategia orientada a bajar sustancialmente la inflación, difícilmente la dinámica de precios escape de moverse a una velocidad del 5% mensual y no parece probable cerrar el año próximo en niveles inferiores al 80% - 85% interanual.

En lo cambiario, el gobierno acentuará la estrategia de restricciones “de tres patas” que viene aplicando y que consisten en i) intentar devaluar al ritmo de la inflación, ii) mantener tasas de interés reales más altas alineadas con el objetivo de preservar la demanda de pesos y iii) continuar con una minuciosa política de administración de las cantidades de divisas dólares (cepo, control de importaciones e incentivos extra para liquidación de exportaciones).

Con alta inflación, restricciones a la importación y un Gobierno casi sin margen para aplicar políticas fiscales y monetarias muy expansivas para ganar las elecciones, se espera un pobre desempeño de la actividad económica y el consumo el año próximo (2023 con PBI en 0%).

El capítulo de las variables del escenario es una pieza importante para todos, pero dada la historia reciente de nuestro país, la mayoría de los agentes económicos nos hemos vuelto especialistas en estrategias de resguardo. Una economía encepada, indexada, descontada, asegurada, disminuye los efectos de los posibles factores sorpresa, sin embargo, el precio de esta economía mediocre cada vez es mayor.

Esos elevados costos ya los estamos viendo. Cuando una empresa que se enfrenta a oportunidades de demanda en el mercado interno no puede aprovecharlas por problemas de operación causadas por las restricciones a las importaciones, esto revierte decisiones de inversión o incluso dispara la posibilidad de levantar la operación en Argentina y llevarla hacia otros destinos. Estas consecuencias repercuten directamente en el empleo y con un nivel de pobreza del 40%, es clave resguardar los puestos de trabajo.

Descontado el corto, nos queda el largo. Y ahí volvemos a contar con un viento de cola que, esta vez, a los elevados precios de intercambio se le agrega el “activo” de la paz: la irrelevancia de la región como actor principal en la mesa donde se discute la geopolítica global, nos posiciona con un rol sustituto. El reciente Foro organizado por Abeceb encontró un consenso alrededor de este concepto en la mayoría de sus expositores.

Un abanico amplio y diverso de oportunidades puede catalizar este contexto favorable, el ecosistema de economía del conocimiento, la minería, la agroindustria, la movilidad.

Cómo ejemplo de este potencial hagamos foco en oil & gas, si Vaca Muerta se desarrollara al 50% en el largo plazo, podría duplicar los puestos de trabajo (más de 120.000 nuevos) y generar exportaciones por más de u$s 30.000 millones al año, equivalentes al complejo agroindustrial en valores actuales, con lo que lograría más de u$s 12.000 millones de divisas netas.

¿Veremos en 2023 la tracción de las oportunidades de mediano plazo? Difícilmente. Pero lo interesante, es que la certeza de estas oportunidades es suficiente para alinear decisiones e inversiones, estructurar negocios y agentes económicos, lo cual sin dudas es un factor determinante para quebrar la inercia negativa.

El desafío de encontrar un sendero de expectativas positivas el próximo año debe resolverse integrando la complejidad real con un proceso electoral donde se pone en juego el destino de nuestro país. ¿Lograremos asumir nuestra responsabilidad como líderes en nuestras empresas, en nuestro rol con la comunidad y en nuestra participación cívica? Es hora de prepararnos para construir una nueva realidad.

En aquel México 86 contamos con la “mano de Dios” para el éxito. ¿Será que detrás de esta geopolítica tan conflictiva pero imprevistamente favorable para nosotros se reedita algo de tan mística historia? También depende de nuestras decisiones, como dicen los que saben, a la suerte hay que ayudarla. VL

Una economía encepada, indexada, descontada, asegurada, disminuye los efectos de los posibles factores sorpresa”

El Escenario Para 2023

es-ar

2022-11-29T08:00:00.0000000Z

2022-11-29T08:00:00.0000000Z

https://elcronista.pressreader.com/article/289420674962275

El Cronista Comercial