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Un éxito dual, pero transitorio

Durante el año que está terminando, el Gobierno no pudo coordinar las acciones necesarias para reordenar la macro. Las facturas pendientes se tendrán que pagar, indefectiblemente, en 2023

Habrá que estudiar detalladamente las distintas etapas de 2022. Desde principios del año, la copa a conquistar fue la del no desborde. Fue una pelea por llegar a la etapa siguiente sin hiperinflación y sin default. Un Gran Hermano con galas de eliminación mes a mes. El índice de precios, el dólar blue, el nivel de las reservas, el rol de Cristina Kirchner, la Guerra en Europa, el precio de la energía, la sequía y el FMI fueron los actores que nos trajeron a este puerto inestable.

Vale la pena reseñar estos escenarios por dos razones. Por un lado, en estos meses determinaron el timing de las decisiones económicas, recogiendo el sabor amargo de un ritmo cansino y a destiempo que produjo en parte el clima de incertidumbre que deterioró las condiciones macroeconómicas.

Los costos postergados se transformarán en facturas, que proyectan la continuidad en 2023 de una crisis sin resolución.

La política, la falta de proyectos comunes en el oficialismo, impidió al Gobierno alinear un curso de acción contundente para frenar el gasto. Trabó primero los esfuerzos de Martín Guzmán por encaminar el acuerdo con el FMI, que suponía un recorte de ese gasto y del consecuente megafinanciamiento monetario en cabeza del Banco Central.

La propia idiosincrasia de Guzmán también había obturado durante varios meses la posibilidad de esterilizar la expansión monetaria. Se opuso a un aumento de tasas que ya desde 2019 impulsaba Miguel Pesce. Hubo abundante alimento para la inflación y para la demanda de dólares por las canillas que goteaban a pesar del cepo que apretaba el grifo de divisas, in crescendo, desde octubre de 2021.

El menoscabo de las reservas terminó de completarse, en el invierno. Fue por el gasto en dólares imprevisto por las importaciones de energía a precios disparados por la gurra en Ucrania. Hasta la llegada de los primeros calores, las reservas se habían erosionado unos u$s 5000 millones.

El recambio ministerial ante la resistencia kirchnerista al plan negociado con el FMI disparó a un nuevo nivel la inestabilidad en los mercados. Apenas un detalle de mala praxis financiera en una operación habitual de rescate de fondos fue leída como la perspectiva de default de la deuda en pesos.

Con el blue lanzado, y con el BCRA batallando por subir las tasas de interés, pasó brevemente por el Palacio de Hacienda Silvina Batakis, quien no logró consenso interno para instrumentar un ordenamiento fiscal mínimo.

En el medio se logró un pequeño puente frente a la aspereza del mercado local para refinanciar la deuda del Tesoro que no forma parte del acuerdo con el FMI. Ese puente se llamó bono dual.

Mientras subía el blue y los precios se subían a un régimen de alta inflación, la expectativa cruzada de devaluación y de mayor empuje de los precios dejó poco margen para que el Gobierno se

dujera al mercado.

Lo reflejaban los precios de los bonos, que llegaban a un piso de 20% de paridad. Es decir, por cada lámina de u$s 100, el mercado los valuaba a u$s 20.

Volvieron a financiar al Estado solo cuando se les presentó la oportunidad de un título con seguro de cambio y la garantía de cobrar el capital actualizado por la inflación. Lo que fuera mayor. Se trata de los bonos duales.

Los inversores, mayormente el propio Estado, los grandes institucionales (compañías de seguros, bancos y fondos comunes de inversión) respondieron a la oportunidad.

Mientras tanto, tras la explosión de pesos en la economía derivada de la fiesta electoral y del rescate de la economía real de la pandemia, hubo que buscar un renovado consenso político para volver a meter en la lámpara al genio de la incertidumbre.

La llegada de Sergio Massa a Economía pudo construir un pasadizo de seducción cambiaria para que los productores fueran al mercado y las reservas se alimentaran en línea con los objetivos del segundo y tercer trimestres pautados con el FMI. En paralelo, también se liberó la mano derecha del BCRA para subir tasas, y atarse el brazo izquierdo para frenar los giros al Tesoro.

Aún queda pendiente la resolución de la escalada de pasivos remunerados del Banco Central. Para frenar el aumento de gasto devengado y transformarlo en impagable, la economía debería recuperar aliento.

La superación del cuello de botella financiero con los duales dejó paso a la preocupación por los niveles de las reservas y la falta de liquidación de los exportadores de soja.

En agosto se terminó la temporada del dólar a $ 200. Desde entonces, el BCRA no para de acumular un rojo que solo la ampliación del swap con China firmada en Bali y otros desembolsos de organismos podrán engrosar.

El contexto de la guerra, a la salida inflacionaria de la pandemia, puso al mundo en una situación novedosa. El esfuerzo de los bancos centrales por evitar una mayor estampida inflacionaria se tradujo en un aumento de las

En agosto se terminó la temporada del dólar a $ 200 y desde entonces, el BCRA no para de acumular rojo”

tasas de interés. En los Estados Unidos, se espera que la Fed avance hasta un techo de 4,7%/ 5 por ciento.

Lo que no se puede prever aún es el efecto recesivo que producirá en la principal economía del mundo. En una lección aplicable tanto a nivel global como en la Argentina, los analistas están pronosticando que los efectos monetarios tardan en verse unos 9 meses. Es pertinente para analizar lo que sucede en la Argentina con las tasas ya aumentadas hasta 75% TNA y por primera vez en términos positivos hasta 100,7% de tasa efectiva anual.

Para el año próximo, el contexto no es muy prometedor. La interna oficial difícilmente logre alinearse en torno de los ajustes para cumplir las metas con el FMI.

Pero, sobre todo, el fantasma de la falta de dólares seguirá acechando. Las condiciones globales de parate y recesión frenarán la actividad. De acuerdo con el grado de avance de la guerra, el precio de la energía seguirá elevado para importarlo, mientras se termina el puente del gasoducto Néstor Kirchner que abastecerá el país de gas barato y local.

Las exportaciones de granos, afectadas por la sequía, no facilitarán las cosas. Tampoco la inflación, si no cede en la inminencia del proceso electoral.

La fórmula “dual”, que paga tanto con inflación como con una devaluación, no es eterna. Tiene costos, que alguna vez habrá que pagar. VL

Sumario

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2022-11-29T08:00:00.0000000Z

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