Macri cumplió el pacto de no agresión y ahora arma su gabinete
El Jefe de Gobierno electo de la Ciudad había acordado con Massa no interferir con la campaña de cara al balotaje. Ahora intenta organizar los nombres que podrían conformar su equipo
Silvia Mercado
2023-11-20T08:00:00.0000000Z
2023-11-20T08:00:00.0000000Z
El Cronista

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Elecciones 2023
Jorge Macri cumplió su acuerdo con Sergio Massa hasta último momento. El candidato de Unión por la Patria (UP) había pactado con el ministro de Economía un escenario de no agresión en el camino hacia el balotaje a cambio de desactivar la postulación del candidato oficialista Leandro Santoro de la segunda vuelta en CABA. Santoro aceptó, decidió correrse de la escena y dar vía libre a que Macri se transformara en el Jefe de Gobierno porteño electo en la Ciudad. Una vez cumplida esa parte, el exintendente de Vicente López hizo lo suyo y no se subió a cualquier potencial crítica hacia el ahora excandidato presidencial. Era un riesgo que no le convenía tomar a Massa, pero tampoco a Macri, que temió que los radicales de Evolución (y hasta larretistas heridos) se le plegaran a Santoro y pusieran en duda su victoria. Tal vez ganaba, pero ¿y si no? El riesgo estaba. Tanto que ni su primo, Mauricio Macri, no lo cuestionó en público ni tampoco en privado. “Primero es lo primero”, cuentan que dijo el ex presidente. Y lo primero para Macri es, siempre, la Ciudad de Buenos Aires. Ramiro Marra tampoco lo criticó. Su magro 13,8% en las elecciones generales a Jefe de Gobierno no le permitió el handicap suficiente para imponer condiciones. Con suerte, podrá ofrecer sus legisladores a Juntos por el Cambio -obtuvo 49,7%-, pero Macri no podrá tener mayoría con el aporte de ellos. Santoro obtuvo 32,3% y la izquierda 4,3%. ¿Qué porcentaje del larretismo podría atraer el antimacrismo de la Ciudad? Macri no abrió la boca, se mantuvo alejado de los medios, y solo se animó a confesar a los periodistas que lo esperaban a la salida de su votación que “puse una boleta en el sobre”, dejando en claro que no fue neutral, que no votó en blanco. Se supone que lo hizo a favor de Javier Milei -a quien su primo respaldó- pero prefirió no revelar los nombres que había elegido. El jefe de Gobierno electo -al igual que Rogelio Frigerio, Marcelo Orrego, Claudio Poggi e Ignacio Torres, dirigentes del PRO o aliados en Juntos por el Cambio que lograron cambiar el signo político en sus distritos-, fueron durante estas últimas semanas más que prudentes a la hora de hacer declaraciones. Ninguno dio definiciones respecto de políticas nacionales ni adelantaron quiénes formarán parte de su Gabinete. Ahora con el resultado de las presidenciales ya concretado, habrá que ver qué postura toman. En el caso de Macri, ni siquiera puso el aparato del PRO para la fiscalización, salvo en dos comunas, Recoleta y Palermo. Las otras se manejaron con los fiscales de LLA y del PRO que no están alineados en la estructura partidaria, electores naturales de la coalición opositora que en las PASO y la primera vuelta tuvieron sus familias divididas, entre los más grandes que votaron por Patricia Bullrich y los jóvenes alineados con Milei. Del próximo Gabinete en CABA se sabe muy poco. Apenas que el todavía intendente de Lanús, Néstor Grindetti, será el próximo Jefe de Gabinete. Y que el frustrado candidato en Lanús, Diego Kravetz, será el próximo ministro de seguridad. No mucho más. A Mauricio Macri le gustaría que el legislador Darío Nieto sea el vicepresidente de la Legislatura porteña, pero no está garantizado que obtenga los 31 votos necesarios. La segunda alternativa es que sea Matías López. Rodríguez Larreta gobernó con un amplio consenso, integrando dirigentes radicales, de coalición cívica, de confianza pública, el socialismo y de las distintas líneas del PRO. Muchos de esos legisladores actuales de Juntos por el Cambio provienen de esos partidos que están más alineados con Larreta que con Macri. El jefe de Gobierno electo está dedicado a eso, a diseñar el nuevo esquema de consenso porteño. Cristian Ritondo y Diego Santilli, por ejemplo, son referentes claros de la Ciudad aunque sean diputados por la provincia de Buenos Aires, donde militan desde 2015. Con la victoria de Milei, candidatura que acompañaron, tendrán una voz que se escuchará más fuerte. Lo mismo sucede con la ex gobernadora bonerense María Eugenia Vidal, aunque se mantuvo en formato neutral durante las presidenciales. Si hubiera ganado Massa, Macri abrazaría a los radicales de Evolución, con quienes mantiene el vínculo más tenso, entre otras cosas porque la primaria fue con el senador Martín Lousteau, quien perdió pero por pocos votos. Con la Coalición Cívica de la Ciudad, en cambio, Macri mantiene buena relación. Definidos por el macrismo como “políticos prolijos, de palabra, nunca dan un puñal por la espalda”, el propio jefe de gobierno electo buscó acercarse a Elisa Carrió, con resultado incierto. Claramente, no es su problema principal. Tampoco la relación con Graciela Ocaña y los legisladores de Confianza Pública en el parlamento porteño, “serios y ordenados”. El problema que más le preocupa a Macri es su relación con el PRO que domina Uspallata, hecho a imagen y semejanza de Rodríguez Larreta, quien mantiene un sistema de lealtades difícil de romper después de 16 años en la gestión, 8 como jefe de gabinete y otros 8 como jefe de gobierno. Un puñado ya está trabajando para el ex intendente de Vicente López. Son hombres y mujeres de la política, pragmáticos y eficientes, astutos, gente que conoce cada intersticio de la gestión porteña y de las complejas alianzas en el distrito más pequeño del país, pero también el más rico.
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